¿Y cómo se come eso de viajar costa a costa criollo?
Día uno, así en letras.
Un avión a Maracaibo, el que tú quieras, el más bonito, que sepa despegar y den juguito.
Agarra pasillo, es mejor. Haz caso.
No te duermas, es feo ir con la boca abierta. Haz caso, again.
Aterrizas.
Muy bien, buen comienzo. Hasta ahora has tenido control de la situación.
Sales con calma, sin atropellar, recuerda que aún falta la correa donde muelen-trituran-amasan-mezclan las maletas. El KitchenAid® de la aviación comercial.
Buscas con la mirada a la junta directiva en pleno de Larga Distancia, les reconoces, los has visto en fotos antes, son ellos, no hay duda.
¿Más viejos? ¿Mas gordos? ¿Más calvos? No, la calvicie tiene un límite, no se puede ser más calvo ni porque esté de moda.
Apartas el poco de maracuchos. Te haces el explorador inglés.
Pisas una señora, pides disculpa, aunque sabes que fue su culpa.
Pisas una señora, pides disculpa, aunque sabes que fue su culpa.
Agarras tus cosas, magulladas pero de cuerpo presente, no se extraviaron.
Saludas, temeroso, en señal de respeto, pero sin demostrar grandes emociones. Es sólo para aclarar que llegaste y que no perdiste el vuelo, que sabes como se manejan las cosas en el country, así como le dice una prima al país, ya sabes.
¿Desayunaste bien? Lo vas a necesitar.
¿Dormiste la última semana? Lo vas a extrañar
Estás a punto de comenzar algo que no tienes claro cómo se come, pero te trajiste todos los CestaTicket® contigo.
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