Marianela Pérez es comerciante. Gustavo Elías estudió contaduría pública, mientras que Alfredo Rondón se interesó por la ingeniera civil al tiempo que Elena Salazar se formaba como diseñadora y Carolina Méndez aprendía un segundo idioma para dedicarse a la traducción. Pero todos querían ir más allá de su profesión y decidieron materializar su segundo oficio cuando ingresaron al Taller de Fotografía de Roberto Mata.
"Ya yo venía tomando fotos desde el carro. Mientras manejo, en medio de ese agite, atrapada en las colas de Caracas, no encontré otra cosa que hacer y empecé a fotografiar el tráfico", cuenta Marianela acerca del trabajo fotográfico que exhibirá hoy en la muestra Caracas norte, sur, este y oeste, que inaugura en la sede de la escuela, en la California Sur.
Aunque cambió los pinceles por una cámara, las cuatro fotos de formato mediano que retratan una cola caraqueña en hora pico, no esconden su afición por el color y la forma. "Los carros y las luces se pierden en una dinámica de movimientos, líneas y colores", explica la artista visual.
A Gustavo no lo conquistó el caos. "A mí me gusta andar a pie y disfrutar del paisaje urbano. Por eso inventé una ciudad sin carros y sin motos en cuatro fotografías. Me paré frente a un cruce de peatones y plasmé a la gente caminando".
La cámara analógica de Alfredo retrató, en cambio, en 40 fotos de formato pequeño y sin edición, una Caracas idílica, limpia y sobria. "Hay fachadas con puertas, rejas y flores . Todo lo que me llamó la atención lo fotografié".
En contraposición, Elena decidió manipular sus imágenes de una ciudad deteriorada, de paredes rayadas y plagada de autobuses y motos. Mientras que Carolina se introdujo en diversos hogares venezolanos para fotografiar altares personales y abordar el tema del culto religioso.
"Ya yo venía tomando fotos desde el carro. Mientras manejo, en medio de ese agite, atrapada en las colas de Caracas, no encontré otra cosa que hacer y empecé a fotografiar el tráfico", cuenta Marianela acerca del trabajo fotográfico que exhibirá hoy en la muestra Caracas norte, sur, este y oeste, que inaugura en la sede de la escuela, en la California Sur.
Aunque cambió los pinceles por una cámara, las cuatro fotos de formato mediano que retratan una cola caraqueña en hora pico, no esconden su afición por el color y la forma. "Los carros y las luces se pierden en una dinámica de movimientos, líneas y colores", explica la artista visual.
A Gustavo no lo conquistó el caos. "A mí me gusta andar a pie y disfrutar del paisaje urbano. Por eso inventé una ciudad sin carros y sin motos en cuatro fotografías. Me paré frente a un cruce de peatones y plasmé a la gente caminando".
La cámara analógica de Alfredo retrató, en cambio, en 40 fotos de formato pequeño y sin edición, una Caracas idílica, limpia y sobria. "Hay fachadas con puertas, rejas y flores . Todo lo que me llamó la atención lo fotografié".
En contraposición, Elena decidió manipular sus imágenes de una ciudad deteriorada, de paredes rayadas y plagada de autobuses y motos. Mientras que Carolina se introdujo en diversos hogares venezolanos para fotografiar altares personales y abordar el tema del culto religioso.
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