martes, 27 de agosto de 2013

“Lo normal no me interesa” - Ana María Ferris


BAB
“Siempre me ha cautivado el misterio de una fotografía que no sea de fácil lectura. La imagen tiene que ser como un descubrimiento”. El enigma ha signado cada uno de los trabajos realizados por Ana María Ferris, así como la búsqueda constante de lo diferente, de lo particular, la intención de profundizar hasta en las cosas más sencillas. En su obra la obviedad está descartada.

La fascinación de Ferris por las imágenes nació cuando estudiaba arquitectura y, por casualidad, vio el trabajo del fotógrafo Ricardo Armas y quedó cautivada, tanto así que cambió los planos por una cámara. En el taller de de Armas realizó varios cursos y, más tarde, se hizo su asistente y socia, alianza que se disolvería cuando el fotógrafo se marcha a Nueva York y Ana María continúa su camino sola.

La manera tan personal de abordar la fotografía le valió a Ferris la segunda mención del Premio Luis Felipe Toro en el año 96, por la obra BAB: Registro de una vida, una serie de fotografías sobre el artista Bernardo Antonio Bermúdez quien, por su parálisis cerebral, sólo puede mover un brazo. Sus ganas de mostrar al mundo lo que está más allá de lo evidente, también la llevaron a realizar CRWO, un trabajo sobre un pariente con síndrome de down que ya falleció. “Siempre me dicen que yo tengo un ojo particular para todo lo que es fuera de lo normal, pero es que a mi lo normal no me interesa”.



Con cada una de las personas que han motivado sus proyectos, la fotógrafa ha pasado temporadas siguiéndolos a todas partes, como una sombra. “Fueron experiencias maravillosas, tienen un mundo interno insólito. Descubrir ese tipo de cosas es lo que me interesa, y quiero seguir haciendo”.

En los noventa las también comenzó el trayecto de Ferris por salones e importantes eventos culturales. El Primer Salón Nacional de Jóvenes Artistas, el V Coloquio Latinoamericano de Fotografía en México, la Bienal de Arte de Guayana, el Salón Michelena de Valencia, el Salón Nacional de Arte Aragua, el Encuentro Iberoamericano de Fotografía de 2001 o la Bienal de Florencia, Italia, del mismo año son algunos de los espacios donde su obra, tan personal y subjetiva, ha sido expuesta.

En su búsqueda infinita de imágenes por descubrir, la fotógrafa llegó a Regnus Fertilis, un trabajo considera de los más significativos de su carrera. Éste es una serie de fotografías de distintos tipos de flores ―algunas en blanco y negro, otras en color― realizadas con esa intimidad que la caracteriza. “Fotografiar una flor puede ser muy evidente, por eso quise ir más allá, me metí en su mundo interno. Siempre estoy buscando la otra mirada”. Lograr esta serie de imágenes cargadas de una inusual sensualidad le tomó diez años.

Ferris ha asumido riesgos con proyectos conceptuales, como Crónica Policial, cuya dinámica fue casi lúdica, pues mezclaba títulos de noticias de sucesos con imágenes. En su haber también hay trabajos autobiográficos ―usando desde radiografías hasta cuadernos de cuando era pequeña―, documentales ―desarrollados en regiones de Venezuela― y retratos, como los que hace desde hace unos cinco años para  el diseñador Ángel Sánchez y define como “muy naturales”, comentario que agrega a propósito de su manera de trabajar.

A Ana María no le gustan las poses ni las luces, “soy un desastre técnicamente hablando. Para mí la técnica 
no lo es todo, lo importante es tu visión. Puedes hacer una foto técnicamente impecable, pero si no tiene el poder de conmoverte, no vale nada. Eso es lo que enseño en mi clase en el taller de Roberto Mata”. 
Regnus Fertilis

El curso que dicta se llama Visión Personal, y para ella la experiencia ha sido súper enriquecedora. “Uno aprende muchísimo. Mando a los alumnos a desarrollar un solo tema, que profundicen en él, entonces me dicen que es muy difícil o que soy muy estricta, pero al final terminan llevando trabajos bellísimos. Ellos mismos se descubren”.

Y mientras enseña, sigue fotografiando ―desnudos para la revista Veintiuno, imágenes abstractas para una exposición de la Asociación de Sordociegos de Venezuela― y encargándose del área de cultura del municipio El Hatillo. Esta última es una labor que absorbe gran parte de su tiempo, pero también disfruta a plenitud porque siente que está aportando algo al país. Es por eso que, “aunque no tenía experiencia haciendo algo así, cuando me lo propusieron decidí echarle pichón”.


Mílitza Zúpan - Mayo de 2006

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