domingo, 25 de agosto de 2013

Sobre la importancia de la memoria visual - Alexis Pérez-Luna



Memorias y olvidos
Compartir un café con Alexis Pérez-Luna es una experiencia grata. Las opiniones de alguien que comenzó a fotografiar hace más de 30 años, que ha retratado lugares únicos de Venezuela, que ha participado en exposiciones aquí y más allá y que se ha dedicado a documentar la identidad del país, resultan, por demás, interesantes.

Comienza hablando de sus padres ―ella francesa, él español―, de quienes hereda ese gusto por los viajes eternos que son parte de su trabajo. Su madre siempre lo apoyó en su interés por las imágenes, y fue así como llegó a hacer fotografías para una cartelera de su liceo, el Andrés Bello, cuando estudiaba bachillerato en el año 64, y para el periódico del Centro de Excursionistas, todo de forma muy intuitiva. “Mucho tiempo después descubro que Paul Sands dijo que la composición es algo que no se aprende, es algo que no se da en ninguna escuela”.



Su primera opción académica es Economía en la Universidad Central, pero gracias a unos amigos consigue empleo como fotógrafo del suplemento Papel Literario de El Nacional. “Fue fantástico. En otras secciones, que no son culturales, los fotógrafos son muy maltratados, sus imágenes son recortadas, recuadradas. En Papel Literario, al estar dirigido por un escritor ―Luis Alberto Crespo―, eran muy respetuosos y daban toda la libertad de expresión”. De más está decir que no continuó la carrera universitaria.

Por esos tiempos, comienza a trabajar con el grupo Cobalto del Ateneo de Caracas –Alicia Padrón, Régulo Pérez, Manuel Espinoza, Santiago Poll, entre otros- como aprendiz del profesor de fotografía y se da cuenta de que necesita aprender más. Pérez-Luna se marcha durante un año y medio a estudiar en una escuela de Nueva York, cuyo fuerte era la fotografía social, tema que lo apasionó de inmediato y que, al regresar a Venezuela, empieza a abordar.

“Cuando regreso me encuentro con un país en donde hay muchas cosas que denunciar. Empiezo a fotografiar temas que me interesaban mucho, como la desnutrición infantil y el mal estado de los parque infantiles”. También se mete clandestinamente en varias colonias psiquiátricas para denunciar las condiciones en las que viven los enfermos mentales. Esta etapa coincide con su matrimonio con una psiquiatra infantil, quien lo apoya en estos trabajos.

El resultado de aquellos esfuerzos es agridulce: Si bien las fotografías se utilizaron para hacer libros e investigaciones sobre dichas situaciones, no cumplieron con el fin para el que él las había concebido: “Me fui frustrando un poco en ese sentido, quería crear sensibilidad social y no fue así, no generó ningún cambio”. Decide entonces dar otro enfoque a su carrera.

“Siempre fui un gran viajero, mi familia es viajera. Cuando viajaba por el interior empecé fotografiar pueblos, casas, iglesias, gente. Fui viendo la importancia de crear una memoria visual del país. Como lo de denuncia social era frustrante, me fui por esa parte que sí podía tener una utilidad, pero dentro de unos años, cuando veamos cómo han cambiado los pueblos. En ese momento tendrá un valor histórico”.

Del interés por crear esa memoria  nace la preocupación por el material que existe y que no es valorado, por tal razón se plantea como objetivo hacer un registro de Venezuela, a través de imágenes de sus personajes y lugares. “Ocurre que cuando los fotógrafos mueren los archivos desaparecen, porque los hijos no entienden su importancia y no tenemos un organismo que esté consciente de la importancia de esa memoria del país”.


Paisajes, retratos y más


Carnaval de El Callao, 1985














A lo largo de estos años, son muchas las series fotográficas que Alexis Pérez-Luna ha dedicado a la esencia de su tierra natal, como Memorias y olvidos ―“todos esos lugares que forman parte de la memoria del país y han sido olvidados”―, Gallos ―“algo que pertenece a nuestra cultura, pero es muy cruel”― o Letreros –"un trabajo que tiene que ver con el humor del venezolano"―. Esta última serie la realiza junto a Ricardo Armas, Vladimir Sersa, Jorge Vall y Fermín Valladares, mejor conocidos como El Grupo; con ellos, además de fotografiar, ha compartido viajes e ideas desde los años setenta.

De su portafolio llama la atención la serie Embarcaciones, la cual describe como “esas cosas que haces de forma inconsciente y luego descubres el porqué. En esas fotos todos los barcos están encallados y la proa mira hacia tierra. Tiempo después me di cuenta de que simbolizan el fin de los viajes ―hice muchos a muchos sitios―, el querer quedarme en este lugar. Mi obra está muy influenciada por el escritor colombiano Álvaro Mutis, hijo de diplomáticos, quien viajó en barco por todo el mundo”.

Al hablar sobre sus retratos, que son muchísimos, aclara que en éstos el sujeto siempre es sometido a su visión y que es imposible evitarlo. “La fotografía es totalmente subjetiva, autobiográfica. Todo lo que uno plasma es como una excusa para decir más de uno mismo que de la otra persona. Sí, es autobiográfica”. Este pensamiento es lo que intenta trasmitir a sus alumnos durante su período como docente.

En la escuela de fotografía de Roberto Mata dicta el curso de Documentalismo autobiográfico, durante casi tres años, “un poco para que la gente tomara conciencia de que todo lo que se retrata es una proyección de ellos mismos”. Para Pérez-Luna es un período intenso, porque “la docencia quita tiempo y energía; me involucré mucho con los alumnos”. Y, aunque le gustaba, esa falta de tiempo para fotografiar y atender sus proyectos personales le hace dejar la escuela.


Mílitza Zúpan - Septiembre de 2006

3 comentarios:

  1. Interesante el punto de vista de este fotografo. bastante honesto con su postura, conozco pocos que hablen de su obra con tanta franqueza. Buen articulo!

    Saludos

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  2. Alexis Perez-Luna yo quisiera conocerle.

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  3. Gran amigo y fotógrafo, lastima que nunca pude ser su alumno formal. Un abrazo Alexis.

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