Lo conocí hace varios años, a través de la gente de Fundailusión. Era un chamo que no parecía chamo, puede resultar un poco intimidante, pero por un asunto de prejuicios, ninguna otra razón válida, este chamo cada vez que me veía me preguntaba por la cámara y la fotografía.
Un día, Fundailusión lo llevó a Ecuador y como pudo se compró una point and shoot, chimba pero chimba, y me mostró sus fotos. Fue ahí cuando entendí que lo que tenía que hacer era ayudarlo a desarrollar esa otra inquietud artística.
Desde hace unos 8 meses, estamos peleando con los horizontes caídos y los retratos a los carajitos, pero, por un issue personal con las fotos a los chamos, desconociendo que el retratista mismo es un chamo. Él tiene un trabajo en progreso con sus amigos del Hospital, amigos enfermos a quienes entretiene en ocasiones y en otras, retrata; a ese trabajo le falta, pero ahí vamos.
Yo le "vendí" una cámara, porque las cosas hay que valorarlas y creo que lo que no cuesta no importa tanto. Él me la va pagando como puede y, cuando termine de pagarla, utilizaré ese dinero para completarle un curso en RMTF; ese fue el plan desde el comienzo. Fundailusión le compró un lente, un lente bueno porque yo les dije cuál.
Yo le "vendí" una cámara, porque las cosas hay que valorarlas y creo que lo que no cuesta no importa tanto. Él me la va pagando como puede y, cuando termine de pagarla, utilizaré ese dinero para completarle un curso en RMTF; ese fue el plan desde el comienzo. Fundailusión le compró un lente, un lente bueno porque yo les dije cuál.
Hoy en día Pedro tiene su cámara, dos lentes, dos tarjetas de memoria y un cerro de voluntad. Él se viene desde Guatire adentro hasta la Boyera, semanalmente, para que le revise sus fotos y luego, sin más nada qué hacer, se regresa para Guatire adentro. Solo me falta procurarle una laptop para poder ayudarlo a distancia. Me falta poco.
Carlos Becerra
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