martes, 26 de agosto de 2014

Una práctica de iluminación en Guardatinajas, por Roberto Mata

Un avión de fumigación es como un DC3: Es una máquina magnífica, de un sonido envolvente que lo invade todo, que sube y baja como un avión de acrobacias. Claro está, si prendiera.

En la carretera a Calabozo, en Guárico, hay una pista y hubo unos cinco aviones operativos para fumigar hasta hace muy poco. De hecho, un piloto, con actitud de vaquero y casco de los setenta, ofreció un vuelo por cortesía y galantería, el cual no aceptamos. Sí hizo un rasante sobre los fotógrafos para dejar ver habilidades y lucirse. Se tomaron las fotos en aquel momento. Todos contentos.

Hemos vuelto a ese lugar con Larga Distancia Expediciones Fotográficas y queda un esqueleto irreconocible y una suerte de momia de la aviación agrícola. Un hangar, las ruinas de la oficina y la pista. Aún está la pista.

Decidimos aprovechar la oportunidad para hacer una práctica de iluminación en locación con lo que había. Teníamos una luz de casi seis de la tarde, el avión, el hangar, las luces y un César Porras, alumno dispuesto a asumir un rol de piloto de avión que no vuela, pero piloto al fin.

El cuento técnico:

6:10pm, atardecer débil y en su última etapa.

Medición para el cielo, lo que genera un fuerte contraluz en avión y César, por estar ambos dentro del hangar.

Una sola fuente de luz, flash con paraguas traslucido (no usamos cajas suaves por problema de espacio en las camionetas ¡no cabe más nada!).

Se llevó la intensidad del disparo exactamente al mismo valor del cielo.

El equipo utilizado y la metadata:

Canon 5D MkII.

50mm, f:1.2L (prestado y envidiado).

Lámpara Elinchrom Ranger con sombrilla traslúcida. Eduardo Salamía la sostuvo con firmeza.

ISO 100, 1/200, f: 3.5.
Medición sólo al cielo. ISO 100, 1/200, f: 3.5
A esa misma medición se le incorpora la luz artificial


Detrás de cámara cortesía de José Antonio Fernandes

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