Ermelinda nació en Aguasay, un pequeño y pintoresco pueblo en el estado Monagas. Es la penúltima de siete hijas. A pesar de las carencias de su familia, dice haber tenido una infancia feliz. Se casó joven y tuvo cuatro hijas. Todas niñas. Su esposo falleció cuando su hija menor aún no caminaba. Desde entonces llevó el peso del hogar con mucho sacrificio.
Lograr un balance entre el trabajo y los compromisos familiares fue siempre una tarea difícil. Sin embargo, crió cuatro hijas profesionales. Todas se han ido del país. Como la mayoría de las madres venezolanas cuyos hijos han emigrado, Ermelinda mira la esperanza desde la soledad. Esta sola y enferma.
“La mayoría de las personas no entienden el dolor crónico”, dice con el rostro quejumbroso. “Es un dolor persistente, permanente, que yo misma no entiendo. Afecta todos los aspectos de mi vida”. Desde hace cuatro años padece una enfermedad en la columna vertebral. Cirugías, estudios médicos, tratamientos, pero sobre todo mucha frustración. No hay cura.
Ermelinda siente pasión cuando habla de la Revolución Bolivariana. No se considera una chavista “oportunista”. Pertenece al grupo de los chavistas ideológicos, esos que se autodenominan socialistas. Reconoce que la situación del país es incierta. Esta inconforme, pero pacientemente espera un mejor futuro.
“La mayoría de las personas no entienden el dolor crónico”, dice con el rostro quejumbroso. “Es un dolor persistente, permanente, que yo misma no entiendo. Afecta todos los aspectos de mi vida”. Desde hace cuatro años padece una enfermedad en la columna vertebral. Cirugías, estudios médicos, tratamientos, pero sobre todo mucha frustración. No hay cura.
Ermelinda siente pasión cuando habla de la Revolución Bolivariana. No se considera una chavista “oportunista”. Pertenece al grupo de los chavistas ideológicos, esos que se autodenominan socialistas. Reconoce que la situación del país es incierta. Esta inconforme, pero pacientemente espera un mejor futuro.
Mariana Mendoza
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Ejercicio realizado durante el taller Fotografía Escrita II, dictado por Mílitza Zúpan en RMTF
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