viernes, 6 de diciembre de 2013

"El peor negocio", por Roberto Mata

"Desde que tengo uso de razón oigo acerca de la escuela de Roberto Mata. Por fin se hizo realidad".


Esa frase es el check in para la tercera edad o la joven merideña que la dijo es muy joven y le hace honor a lo corta de su existencia. Check out.

RMTF acaba de iniciar operaciones en la ciudad de Mérida, un destino tan lejos y tan cerca como para no pensarlo dos veces o para dudarlo para siempre. Nuestro país se convirtió en una duda permanente para los que en él habitamos y en una sentencia para los que lo ven de lejos.



Ante la duda del riesgo, el fracaso posible saluda; ante el riesgo inminente, la paralización se convierte en himno nacional. Si bien el miedo es libre, la apatía se postula para convertirse en deporte olímpico. Pero, acompañado de gente buena, querida y decidida, RMTF apostó por una muy pequeña y modesta sede en Mérida.

Diez alumnos atendieron al llamado después de unos trescientos tuits que repetían, hasta el cansancio, la conquista fotográfica de Los Andes por parte de una escuela que busca nuevos horizontes dentro del mismo atardecer; el infalible Facebook hizo lo suyo, nota de prensa, boca a boca, dos pasajes de avión, taxis, habitación doble en el Hotel Park, alquiler de sillas ―de festejo―, desayunos, almuerzos, cenas durante tres días, certificados de participación, paseo con video beam ―y su delicado carácter― desde Caracas, laptop, lector de tarjetas, cámaras, flash y tres cervezas frías. Después de todo eso, diez alumnos atendieron el llamado.

No hay cuenta que cuadre, no hay manera de que esos números den un resultado equilibrado entre el debe y el haber. No hay que ser economista para saber lo fácil que es quedar en rojo.

¿El peor negocio? El peor negocio es no apostar por el país.

Venezuela no es sólo clima y amigos, razón por la cual regresan los que apuestan por otros rumbos. Venezuela exige sumar y dejar la restadera de treintones haciendo negocios mil millonarios y exigiendo reconocimiento y aprobación social, por la “sociedad” que todo lo aprueba.

Me niego a renunciar al derecho que tengo de proponer y creer en lo que hago, de arriesgarme y estar dispuesto a invertir horas y cabeza en acciones que no repercutan en mi cuenta corriente, sino que para alguien signifiquen algo, simplemente algo en su vida en ese instante. Me niego a entregar, a endosar, me niego a aceptar al país con un pero por delante cada vez que tenga que mencionarlo. Me niego a buscar un antepasado italiano, español o portugués que no tengo. Me niego a que me cueste explicarle a mis hijos que los venezolanos son, además de gente que carga televisores sin factura un sábado por la tarde según YouTube, gente hermosa que dio todo por otra gente que no conocía, cuando el deslave de Vargas.

Quiero dejar de negarme, quiero decir en voz alta todo lo que estoy dispuesto a hacer por un país que, aunque hoy pasa una factura muy alta por lo que puede dar, también se cansa de que le pidan sin ofrecer la garantía del sacrificio, de la entrega y del sentido de compromiso colectivo. Quiero decir en voz alta que a mí el país no me debe nada, que tampoco quiero que lo haga, que mi plan es dejar algo transferible, perpetuable, llámese memoria visual o registro país; que me siento pagado, que esa cuenta está saldada por el simple hecho de la oportunidad.

Me niego a hacer capitulación de bienes con cada uno de los venezolanos del gentilicio que nos arropa. Me niego a renunciar al plural y asumir el singular como refugio.

Hoy y ayer y mañana creo en estos diez entusiastas, aprendices de fotografía, que lo hicieron posible, que me permitieron asumir el riesgo, el esfuerzo de ir a buscar lo que sí se nos había perdido en Mérida, que es la apuesta por la ideas. Hoy le doy las gracias a diez, hoy quiero que sepan que han sido muy importantes para mí y para un extraordinario equipo de trabajo que represento, que he tenido el privilegio de conocer, agrupar y, sobre todo, aprender del mismo.

Hoy les doy las gracias porque son parte de la Venezuela posible, porque sin ustedes, ¿qué haríamos con las ideas?

R

José Luis Moreno

Luis Antonio Casanova

Lisandro Ramírez

María Grazia Buttaci

Carolina Salas

Salvador Bruno

Marly Salazar

Darío Sosa

Jesús Atilio Márquez

7 comentarios:

  1. Antes lo sabia.. ahora lo sigo corroborando.... hay mucha gente como yo que pensamos como tu! Excelente señor roberto. No lo conozco pero con esa perspectiva no me hace falta conocerlo. Solo me hace falta seguir pensando en que definitivamente si podemos lograrlo. Extraordinaria perspectiva

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  2. Excelente comentario señor mata. Aunque no lo conozco no me hace falta conocerlo. Solo me hace falta seguir invirtiendo en que si podemos lograrlo. Definitivamente extraordinaria perspectiva

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  3. Saludos Roberto.

    Que grata sorpresa encontrar ésta publicación, me siento honrado de haber podido compartir experiencias contigo y con Mauricio en nuestra ciudad, una oportunidad de oro que no era posible desaprovechar, una inversión que conllevó el deseo de "(...) proponer y creer en lo que hago, de arriesgarme y estar dispuesto..." como bien lo expresas.

    Sería un placer volver a encontrarles en nuestra ciudad y seguir creciendo de la mano con RMTF.

    Recibe un cordial saludo de mi parte.

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  4. Estoy leyendo esto a las 2:52 am del domingo...pero me iré a la cama a dormir con una sonrisa...Gracias Roberto!!! Mi gran maestro...

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  5. Esto es una Oda a la esperanza, se me aguaron los ojos al leerlo... “me niego a aceptar al país con un pero por delante cada vez que tenga que mencionarlo.” Si todos, multiplicamos el dar a este país, Venezuela será más grande! Elizaul

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  6. Tu apuesta está ganada, cuando uno ve las fotos que acompañan esta nota.

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