jueves, 27 de marzo de 2014

En tierra de nadie: Andrés Kerese


"Nunca me le he acercado a un Guardia, las fotos que he hecho de ellos las siento como una especie de robo, las hago entre escondido y disimulando. Pienso que si yo fuera uno de ellos no me gustaría que me estuvieran haciendo fotos mientras hago mi trabajo. Pero los protestantes son otra cosa; después de que rompes el hielo con ellos son bastante abiertos y se dejan fotografiar. Casi todas las fotos son hechas previo consentimiento de la persona.


No soy fotógrafo, soy un asomado más, entre tantos. Mientras la gente corre en el sentido contrario del gas lacrimógeno, a mí me da por ir hacia dónde está por caer.

Uso una cámara muy pequeña y muy maniobrable que me la puedo meter por debajo de la camisa y pareciera que no cargo nada. Casi todos los retratos los hago con un lente Sony (DSC-QX10) que puedo manejar desde el iPhone a través de una aplicación; el único problema es que se conecta a través del wi fi y es muy lento para el enfoque y el ajuste de la imagen. Para cuando hay que correr o llegarle más cerca a lo que quiero fotografiar, utilizo una pequeña Leica D-Lux 5, me cabe en la palma de la mano y en automático todo lo que disparo sale bien. La pongo que haga las fotos en formato 1:1 para no tener que preocuparme por lo horizontal o vertical y también porque las publico en Instagram.

El tipo de fotos que hago y la manera cómo las hago no requiere ninguna acción arriesgada. Hay que estar dispuesto a tragar algo de gas lacrimógeno (es como el wasabi, pica que jode pero termina gustándote porque te emociona) y saber cuándo es el momento en el que ya no vale la pena estar metido en el medio de los enfrentamientos. Y, definitivamente, si sientes algo de miedo, mejor es ni acercarse.

Hago esto porque hay que hacerlo. Si tienes un teléfono, una pequeña cámara o un equipo profesional de fotografía, este es el momento de utilizarlo. Selfies, fotos de atardeceres, perros y gatos los podemos hacer todos los días, pero este tipo de situación es inédita. Además, entre estar parado gritando 500 veces “Hay que estudiar. Hay que estudiar” y andar pendiente de dónde puedo hacer una foto que me resulte interesante, prefiero jugar a ser fotógrafo".

Andrés Kerese

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