lunes, 9 de septiembre de 2013

La fotografía como placer - Roberto Mata

Asis, Italia -1997
Es común escuchar bromas acerca del “misterioso” portafolio de Roberto Mata: sabemos que ha hecho fotografía corporativa y publicitaria, que ha colaborado para revistas como Gatopardo, trabajó en El Nacional, ganó el segundo lugar en una Bienal Christian Dior y participó en el Salón Michelena, que tiene más de veinte años usando la cámara y trece enseñando el oficio. Pero jamás ha hecho una exposición individual y casi nunca muestra su trabajo.



La mayor parte de su día a día transcurre entre las paredes de su taller: dictando el curso básico, planificando alguna práctica, revisando contactos o, simplemente, respondiendo cualquier pregunta que le hagan sus alumnos. Quizás, esta sea la razón principal de su hermetismo a la hora de mostrar su trabajo: para él lo más importante es enseñar, por eso ni siquiera se ha tomado un tiempo para organizar su portafolio.

Ya son trece los años que han pasado desde que se dedica a enseñar fotografía en su propia escuela. Por allí han pasado alrededor de 2000 alumnos y muchos de ellos aún siguen vinculados al área, como Maritza Tortorelo o Felipe Di Lodovico; también hay casos como los de Ricardo Peña y Leo Álvarez, quienes luego de ser estudiantes se convirtieron en profesores del taller.

Lo más curioso es que Mata jamás estudió fotografía, formalmente; su rica carrera es producto de su constancia, dedicación y de lo que aprendió con una enciclopedia Planeta. Comenzó a tomar fotos a los 12 años, cuando trabajaba como peón en una hacienda de la familia para ganar dinero durante las vacaciones, y su primo llegó con una cámara. “Nos dedicamos a fotografiar todo lo que encontráramos. Era apasionante. Decidí comprarme una”.

Para mantener su nuevo hobbie, se convirtió en el fotógrafo oficial de su colegio, era difícil costear rollos y revelados a esa edad. Por suerte, su hermano Carlos ―el conocido actor― era amigo del ídolo de aquella generación, Guillermo Dávila, entonces aprovechó y lo retrató jugando Atari para vender las fotos a sus fanáticas, es decir, a las chicas del colegio que morían por él.

Terminado el bachillerato en Valencia, se marchó a Caracas a trabajar. Comenzó como asistente de un fotógrafo y luego entró en Pandora, publicación de El Nacional. Para “Matica” ―como se le conocía en el periódico por entonces―, esta fue su gran escuela porque tuvo “la oportunidad de trabajar junto a Soledad Mendoza, bajo la tutela del fotógrafo José Sigala. Fue muy enriquecedor”. Más adelante, comenzó a hacer fotografía corporativa para la industria petrolera nacional, experiencia que se extendió durante 12 años y dice haber disfrutado plenamente.

Al recordar sus inicios en la docencia, dice que fue gracias a un amigo que le pidió dar clases a su hijo, en 1993. “El muchacho les contó a sus amigos acerca del curso y se corrió la voz. En poco tiempo había dado como 15 cursos individuales, era como un vicio”. Era evidente que la docencia iba bien con él y decidió formar la escuela que bautizó con su propio nombre.

Mata alterna la enseñanza, hace fotografías publicitarias, corporativas y para la revista +Salud ―publicación de Locatel―. Este último trabajo lo llena por la compenetración que establece con la gente que retrata, desde un paciente transplantado hasta una muchacha con cáncer. “De una u otra manera siento que estoy ayudando a una persona que está pasando por un proceso difícil”.

Quienes lo conocen aseguran que la cabeza de Roberto Mata es como una máquina que fabrica ideas y nunca para. Al pensar en el futuro, se visualiza haciendo fotografías y enseñando, aprendiendo sobre literatura, estudiando cine, escribir cuentos y, por qué no, exponiendo una retrospectiva de sus retratos. Sus planes no tienen límites, él único requisito es que lo que vaya a hacer le agrade, realmente. “Si hay algo que he aprendido en todo este tiempo es que lo más importante es hacer lo que me gusta”.

Mílitza Zúpan - Agosto de 2006

3 comentarios:

  1. Roberto, sería muy interesante hacer un blog o que haya un espacio donde la gente pueda contar su historia de cómo llegó a ser alumno de tu escuela...creo que hay historias muy interesantes...Yo al menos, me siento muy orgulloso y dichoso de ser alumno de la escuela, es un espacio donde además de aprender el arte de recrear un instante, un momento de tu vida y de tu visión, es un lugar donde te alimentas de muchas experiencias, de diferentes maneras de ver el arte que te hacen crecer como persona y como fotógrafo. Recuerdo que en D1, todos esperábamos con ansia llegar a ver una clase con Roberto…ahora ya sé por qué…
    Adrian Boros

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  2. Este es otro personaje al cual le tengo que agradecer el camino que hoy transito. Uno de los mejores (si no el mejor) profesor para esas primeras etapas en la fotografía. Creador de una escuela que es como una gran iglesia, donde se congregan ilusiones y deseos. Gracias amigo, que Dios lo bendiga.

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  3. Su ejemplo y trabajo han sido motivo de inspiración de muchos que comparten este hermoso oficio de capturar para la posteridad los recuerdos de una época. Felicitaciones y mucha vida al maestro de todos.

    Gennaro Pascale

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