sábado, 31 de agosto de 2013

Imperfecto y efímero - Fran Beaufrand





Entre los nombres de fotógrafos venezolanos, ciertamente, el de él es uno de los que ha calado más hondo en la memoria colectiva. Sea por sus retratos, por su libro o por sus trabajos en moda y publicidad, son pocos los que no han escuchado hablar de Fran Beaufrand.



Nuestro encuentro ocurre en la amplia y muy blanca sala de su apartamento. Apaga la música para que no moleste, se sienta y, con hablar pausado y sereno, comienza a recordar su experiencia como docente en Roberto Mata Taller de Fotografía, donde dictaba el curso de Fotografía de Moda.

“Me di cuenta de que había mucha gente interesada en la fotografía de moda y en el país no había nadie especializado en la materia. Entonces decidí diseñar un programa que le permitiera a la gente acercarse al tema, se lo propuse a Roberto y me dio la oportunidad”. Califica la experiencia como muy enriquecedora: Le sirvió para renovar el conocimiento y para aprender de los otros, pese a que cuando comenzó a dictar el curso, a mediados de los noventa, ya era un fotógrafo de renombre.

Beaufrand se vino de Maracaibo a Caracas siendo muy pequeño. Sus inicios en el oficio datan de cuando estudiaba Artes en la Universidad Central. Todo empezó como una exploración personal, una búsqueda de un lenguaje artístico; aquellos primeros trabajos se exhibieron en el Museo de Arte Contemporáneo, el Salón Michelena y el Salón Aragua. “Luego empecé a estudiar diseño gráfico y decidí hacer fotografías para ganar dinero, lo que no imaginé es que me había montado en un tren en el cual haría el recorrido más importante de mi vida, y fue así como nunca más paré”.

El interés por la moda viene desde su adolescencia, al quedar fascinado con las revistas que compraba su mamá, “había una gran seducción en esas imágenes”. El joven Fran ignoraba que más adelante sería él quien las haría.

Mayela Camacho, Durant & Diego, Almeida, Margarita Zingg, Scutaro… Prácticamente, las creaciones de  odas las grandes figuras de la moda nacional han pasado por delante de su lente, desde mediados de los ochenta, y fue de la mano de uno de esos diseñadores que comenzó su vertiginoso ascenso: Ángel Sánchez. “Éramos amigos y entre los dos existía una gran afinidad que nos hacía entender el mundo de la misma manera. Creo que nos acercó la necesidad de crear una nueva forma de ver la moda, y fue así como se dio una gran alianza que duró, por lo menos, una década”.

Al preguntarle si la situación económica de la Venezuela de los ochenta influyó en el desarrollo de su trabajo, responde que el viernes negro fue clave: “Surgieron creadores porque aparece un mercado para ellos. Esa situación se extendió hasta mediados de los noventa. Actualmente, el mercado es mucho más reducido y no se obtienen resultados tan interesantes”. Atribuye las causas a las limitaciones que impone el país, “desde el punto de vista económico y en el mundo de las ideas. Se trabaja más para las masas y las ideas son muy estereotipadas. La industria ha seguido avanzando, pero la gente talentosa se fue y las grandes empresas cerraron. ¿Qué quedó? Un mercado mucho más limitado, por llamarlo de una manera un poco benevolente”.

Esas limitaciones del mercado lo han acercado al mundo de la publicidad, el cual le resulta mucho más amplio y fértil; Ford Fiesta, Motorola, Coca Cola, Chivas Regal y Regional Draft, son algunas de las tantas marcas para las cuales ha desarrollado campañas. Su trabajo también se ha apreciado de forma no convencional en eventos, como ocurrió en la presentación del DJ francés Stéphane Pompougnac, cuando sus fotografías adornaron lámparas, cortinas, cojines y otros objetos. “Me parecía sumamente atractivo que las imágenes tuvieran la función de ambientar y desaparecieran al día siguiente”.

En lo personal, Beaufrand realiza una investigación sobre el desenfoque que comenzó hace algunos años “porque alude a la imperfección y a lo efímero de la imagen, que son dos conceptos que me interesan. Sigo desarrollándola, pero hoy en día no tengo esa inquietud de correr para exponer. Trabajo a un ritmo mucho más calmado, pienso que hay un tiempo para decir y mostrar las cosas, y uno no debe forzarlo”.

Otra de sus inquietudes es seguir publicando ―en 2001 editó su primer libro―, porque cree que es una manera de compartir con los otros el trabajo desarrollado. “Los fotógrafos existimos a través de las publicaciones, sólo que en Venezuela implica un esfuerzo titánico, complejo y costoso. Esto es una limitante, pero no es imposible. A la larga todos queremos alcanzar metas y sueños, y eso forma parte de los míos”.


Mílitza Zúpan - Octubre de 2006

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