miércoles, 28 de agosto de 2013

La transformación de Ana María Yanes


Hablo de mí
Las fotografías más recientes de Ana María Yanes, más que ser hermosas e impecables, contienen tienen un mensaje claro y simple, de parte de su autora: “Transmitir la belleza, la bondad, el equilibrio y la perfección de la naturaleza”. Suena fácil pero, para llegar a este punto, hizo un largo recorrido en el que fue transformándose una y otra vez



Para comenzar, su primera opción no era la fotografía. Estudiando odontología se enteró de unos cursos que daban en el Ateneo de Caracas. Le llamaron la atención, comenzó a hacerlos y enseguida dejó la carrera para dedicarse a su nueva pasión. Al irse a estudiar fuera de Venezuela ―específicamente a Roma y París― su estadía coincidió con una serie de exposiciones de fotografía; visitó todas las que pudo y vio de cerca el trabajo de grandes autores. En una época en la que no existía Internet, esto fue todo un privilegio.

Sus primeros proyectos los realizó en el área de moda, cuando regresó a Caracas y se asoció con Blas Pifano. En esa época ―finalizando los 80― hizo trabajos para Ángel Sánchez y algunos portafolios de modelos; también llegó a hacer retratos para editoriales como Planeta. En aquel entonces había participado en exposiciones, como Más de 100 fotografías, en el Museo de Petare; el Primer Salón de la Joven Fotografía, Museo de Arte Contemporáneo, y Estee Lauder, Ateneo de Caracas ―con mención de honor―.

Experimentar, experimentar, experimentar... Eso era lo que quería hacer con la fotografía, siempre en blanco y negro. Así llegaron los desnudos y un trabajo al que le terminó de dar forma en el 92 y llamó Nacido en la tierra. Y sus imágenes seguían recorriendo colectivas: tres veces en el Salón de Artes Visuales Arturo Michelena; Antología del Retrato en Venezuela, en Mérida; IV Exposición de la Joven Fotografía, Sala Cadafe, y Actualidad en el retrato venezolano, Galería de Arte Nacional.

Ana María nunca había planificado sus pasos, sólo se ha dejaba llevar por lo que sentía. Fue de esta manera como nació Hablo de mí, un serie de fotografías que tomó espontáneamente ―casi sin pensar―, algunas veces, durante una conversación, otras, en su casa al descubrir algún detalle que llamara su atención. Cuando las presentó en el Salón Pirelli, por ser algo tan femenino, las acompañó con música que le gustaba, combinada con grabaciones de voces de mujeres. Fue una experiencia única para la autora y para quienes la disfrutaron.

A medida que iba desarrollándose más en su oficio, inevitablemente, se hacía la misma pregunta una y otra vez: ¿Qué se sentirá hablar de lo que sabes? Se dejó llevar por su curiosidad y comenzó a dar clases en Roberto Mata Taller de Fotografía. “La primera clase fue terrible, me moría de los nervios. Ahora siento que aprendo más dando clases que sola, los alumnos me actualizan. Me encanta enseñar, decir lo que sé, dárselo a otro y ver cómo evoluciona”.

Natura Viva




El hito 

Ana María Yanes ya había probado con diferentes géneros fotográficos y temas, cuando decidió a dejar salir una inquietud que siempre estuvo allí: explorar la naturaleza, cámara en mano. Dio forma a un proyecto que llamó Natura Viva I, que presentó en la Feria Internacional de Arte de Caracas del 93 y a partir del cual le encargaron hacer un trabajo documental para el canal por cable HBO, sin saber que esto significaría un cambio en su carrera.

Entre toma y toma para los documentales de televisión a su alrededor conseguía paisajes que despertaban su interés y aprovechaba para fotografiarlos. El resultado fue Natura Viva II, impactantes imágenes de naturaleza capturadas a color e intervenidas digitalmente. Al observarlas, da la sensación de estar mirando el interior de un caleidoscopio.

Su preocupación por los problemas de la Tierra la motivó a investigar más aún y, tras mucho trabajo, en marzo de este año (2006) presentó Planeta latente, en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Estas imágenes, captadas en varios lugares del estado Bolívar, son “un llamado de conciencia para despertar una sensibilidad que, prácticamente, ya no existe. El planeta sufre, está vivo, late, nosotros lo hemos ido socavando”.

Sus imágenes han dado un vuelco que se siente al mirar las más recientes y compararlas con las primeras, “ahora es mucho más personal, es un proceso más maduro”. Vale decir que sus intereses siguen apuntando hacia el mismo tema: la naturaleza.

Mílitza Zúpan, agosto de 2006

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